Una feria que «necesita evolucionar» - ayto-penamellerabaja
Una feria que «necesita evolucionar»
En una mañana soleada y de suave brisa, la villa de Panes festejaba ayer a San Isidro con su tradicional feria de ganado en la gran finca de San Román y el desfile de cuatro carrozas por las calles de la localidad. Al recinto ferial llegaron 200 novillas y vacas de valles, montaña y cruzadas, así como un rebaño de 21 ovejas. Las carrozas ofrecían un guiño al pasado y entre ellas destacaba una titulada 'La escuelina de Panes', que escenificaba un aula el día 15 de mayo de 1979.
La ganaderos que acudieron con sus reses a la feria lo hicieron «para colaborar y crear ambiente en un día festivo por tradición». Las ventas fueron testimoniales pero a primeras horas de la mañana Pedro Díaz, vecino de Panes, ya había colocado dos terneros culones de valles, «a 900 euros cada uno». Y el tratante llanisco Amador Molleda compraba «un lote de vacas de valles, con cría», en una frecuencia de 1.350 euros por cabeza. Desde Cimiano acudió el ganadero Lorenzo Ceballos, con 82 vacas. De Merodio se presentó René García, con 52 animales. De Alevia llegó Eduardo López, con 17 reses. Antonio Hoyos desplazó una docena de animales desde Suarías. Y Pedro Díaz se movilizó desde el propio Panes con 37 cabezas de ganado. El rebaño de ovejas era propiedad de María Luz García, vecina de Siejo. El Ayuntamiento subvencionaba la presencia de las reses en la feria.
Nerea, Begoña, Estela, Rebeca, Sandra, Nacho y Carlos, «siete profesores de verdad del colegio público Jovellanos», le dieron alegría y emoción a la mañana al desplazarse en una plataforma que representaba con gran fidelidad cómo sería un aula en mayo de 1979. No le faltaba detalle: «Fotografía de Juan Carlos y Sofía, un crucifijo, el mapa de España, la pizarra, la bola del mundo y un viejo pupitre con agujeros para colocar los tinteros».
Las otras tres carrozas reflejaban el ambiente rural mediante casas y cabañas con huertas sembradas de cebollas, lechugas y ajos, ristras de maíz, gallinas, conejos, palancas de hierba y hasta una mujer en la función de hilandera.
El mercado al aire libre se completaba con puestos que ofrecían cencerros, quesos y embutidos, artesanía en madera, rosquillas y tartas, bisutería, cuero, y montañas de ajos. La presencia de turistas y curiosos fue inferior a otras ediciones porque estaba cerrada al tráfico la carretera que serpentea hacia Potes, la N-621.
El alcalde de Peñamellera Baja, José Manuel Fernández Díaz, explicó que la aportación municipal para el evento era de «5.000 euros» y comentó que la finalidad de la mañana festiva de San Isidro no es otra que la de «mantener tradiciones con feria y carrozas, conscientes de que los tiempos cambian y hay que pensar en trasladar estos actos al fin de semana, haciéndolos coincidir con otras actividades». El regidor confirmó que varios ganaderos no pudieron acudir «al estar pendientes de los resultados del saneamiento, realizado en fechas recientes». E insistía en que «la feria necesita evolucionar en relación a los nuevos tiempos».