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Birle con solera en La Plaza, en Panes

Panes está más que dispuesta a seguir haciendo historia en el mundo del bolo palma. Como cada tercer fin de semana de septiembre, la localidad peñamellerana acoge sus tradicionales fiestas patronales de San Cipriano, las cuales son todo un ejemplo de resistencia hacia lo moderno y conservan intactas las costumbres ancestrales de los lugareños. Unos hábitos entre los que destaca, sobre todo, el juego del birle, que el domingo tomará protagonismo de nuevo en la bolera de La Plaza de la localidad con motivo del concurso de más y solera y prestigio de Asturias.


Con éste serán ya 109 los años de manera ininterrumpida en los que una selección de los mejores jugadores mundiales de la modalidad bolística propia de la zona se cita durante una tarde para demostrar quién es el mejor. Una cita ineludible que incluso subsistió durante los años 1963 y 1990, únicas ocasiones en las que por diferentes motivos los festejos no llegaron a celebrarse, mas los bolos se mantuvieron intocables.


Más de un siglo escribiendo la historia de un deporte que hasta el auge del fútbol bien entrado el siglo XX era el que reinaba en el tiempo de ocio de los lugareños. Así pues, no era raro que 1.500 personas se dieran cita en Panes para ver a figuras como «el Zurdo de Bielva», deleitando con exhibiciones inolvidables en las que lograba derribar los nueve bolos del corro con otros tantos lanzamientos una y otra vez.


Fue ésta la primera de las incontables leyendas del birle que se pasaron en alguna ocasión por un torneo de San Cipriano, que año a año iba engrandeciendo prestigio hasta llegar a la actualidad, siendo el torneo más antiguo de bolos de España, sólo superado por el de las fiestas de la patrona de Torrelavega.


Si bien en un principio la participación se limitaba a las localidades limítrofes tanto del Principado de Asturias como de la vecina Cantabria, poco a poco sus seductores premios iban ampliando el campo de atracción de jugadores que desde la década de los sesenta tuvieron que avezarse en las normas de la Federación Española, pese a las quejas de unos lanzadores locales que preferían las normas tradicionales, como jugar sin fleje o aprovechando el desnivel del terreno.


Es a partir de entonces cuando empiezan a aparecer otros nombres ilustres por Panes como los cántabros Cabello, Salas, Ramiro, Escalante, Sousa, Mier y Rilo, o figuras regionales como Senén, Real, Mochales, Antonio Sánchez, Vicente Cuétara, Francisco Gómez, Emilio Lobeto, Diego Otero, Millán, Enrique Posada, «Posturas», Gerardo García, Popo, Maya, Eduardo González o Manuel Valderrábano.


Una amplísima enumeración de campeones a los que, posteriormente, habría que sumar a ilustres de la talla de Fidel Linares, Ventisca, Calixto, Lucas Arenal, El Belga, Marcos, Benito Fernández, «El rapaz de Alles», Julio Braun, Lin, Quintana, Ingelmo, Arturo Mallavia, Lilis, Miguel García, Santos, Fuentevilla, Castanedo, Túñez, Domínguez y Emilio Antonio Rodríguez, «Tete».


Todo ello antes de la inclusión del campeonato en el circuito nacional de bolo palma, que de alguna manera resta carácter lúdico a la vetusta competición y da paso a una carrera anual en la que la lucha por la victoria prima sobre todo lo demás. A partir de entonces, nombres como Jesús Salmón, Rubén Haya, Benito Fernández Llamazares, Ico Núñez o Lavín son los que se encargarán de seguir engrandeciendo la cita de San Cipriano.


Un concurso que el domingo, a partir de las 16.30 horas, alcanzará la final de su CX Edición con un cartel de lujo compuesto por Jesús Salmón (146 bolos en la previa), Gonzalo Egusquiza (también 146), José Manuel Lavid (138), Óscar Cianca (133), Noel Gómez (132), Jorge González (130), Pedro M. Blanco (130), Rubén Túñez (129) y Alfonso Díez (129). Un cartel que, sin ninguna duda, servirá de nuevo de excusa para que los incondicionales de la bolera de La Plaza, muchos de ellos nostálgicos de aquellas gloriosas décadas del siglo XX, puedan acercarse de nuevo a ver cómo las leyendas de turno del vernáculo deporte dejan su sello en la catedral del bolo palma asturiano. 

Referencias

La Nueva España