Estas en:

Descubren que el «guerrero de Suarías» podría ser en realidad la primera guerrera asturiana

Descubren que el «guerrero de Suarías» podría ser en realidad la primera guerrera asturiana

¿Y si el guerrero de Suarías era, en realidad, una guerrera? Este el gran interrogante que ha abierto la última campaña de excavaciones en la sima de La Cerrosa (Suarías, Peñamellera Baja), dirigida por los arqueólogos Susana de Luis Mariño y Alfonso Fanjul Peraza. Aún es pronto para tener más certezas que dudas, pero el hecho es que en los últimos trabajos apareció el cuerpo de una mujer adulta cerca de nuevos elementos de la panoplia militar ya en parte descubierta en campañas anteriores.

Alfonso Fanjul señala que, de confirmar las dataciones que el cuerpo está en el mismo horizonte temporal que las armas, sería un «hallazgo extraordinario» porque confirmaría un hecho que ya está documentado en otros lugares de Europa: que existían mujeres que tomaban las armas en tiempos de los romanos.

Otro de los descubrimientos muy interesante, según los arqueólogos, es la recuperación de la hebilla de un cinturón de placas de bronce con motivos geométricos que se fijaban sobre una tira de cuero, también de época romana, que forma parte de un atuendo militar. Se añade a otras partes del mismo halladas en años anteriores y se trata, así, de uno de los más completos de España.

En total, la sima de La Cerrosa ha revelado la existencia de los cuerpos casi completos de ocho individuos, entre los que hay un bebé, niños adolescentes y adultos. El lugar, puntualiza Fanjul, no es un enterramiento puesto que se encuentra en el fondo de una sima. Esos cadáveres, por tanto, habrían sido arrojados sin más, lo que no quiere decir que no se hiciera con carácter ritual. Este es otro de los misterios a resolver: confirmar si fueron enterramientos deliberados, ligados al mundo ritual, o algún otro tipo de suceso. También se encontraron recipientes cerámicos y abundantes restos de fauna, todo ello por analizar en los laboratorios.

La intervención arqueológica de La Cerrosa-Lagaña ha contado con un equipo multidisciplinar compuesto por investigadores del CSIC y de las Universidades de Santiago de Compostela, Oviedo y Complutense de Madrid. Además, el Grupo Espeleológico Gorfolí instaló en la cavidad un sistema de seguridad necesario para poder llevar a cabo los objetivos propuestos para este año.

El equipo comenzó a excavar este yacimiento en 2020 y llevó a cabo otra campaña en 2021. Las intervenciones revelaron el uso de este espacio como un lugar probablemente ritual de la Primera Edad del Hierro (al localizar dos cráneos de mujeres jóvenes) y del final de la Segunda Edad del Hierro (al localizar restos humanos y una panoplia guerrera única en el cantábrico).

Los estudios antropológicos realizados por Silvia Carnicero Cáceres se actualizan cada año, al identificar cada vez más restos humanos y recibir las fechas de carbono 14 que permiten conocer la cronología del yacimiento e ir completando el número y características de individuos humanos depositados.

Las dataciones recibidas a finales del año 2022 han ampliado tanto la cronología del yacimiento (que abarca del Neolítico final a la tardorromanidad). El estudio de los restos humanos se completa con las analíticas de ADN (realizados por el equipo de Carles Lalueza-Fox) y de isótopos estables para conocer aspectos como la dieta, la edad de destete y los lugares de procedencia (realizados por el equipo de Olalla López-Costas).

Además, el análisis de la fauna, que está siendo elaborado por Verónica Estaca-Gómez revela una ingente cantidad de animales depositados entre los que destaca toda la cabaña ganadera además de otros animales salvajes como el corzo o, incluso, el oso, dedicando una especial atención al caso de los caballos. Por último, se están implementando estudios como el del análisis de restos de maderas trabajadas, de los recipientes cerámicos y de los materiales metálicos.

La cueva de La Cerrosa-Lagaña es un yacimiento subterráneo de una extraordinaria riqueza arqueológica. Hasta 2022, destacaba por ser un espacio ritual de la Edad del Hierro único en el cantábrico debido a la panoplia localizada y por contar con restos humanos de una época en la que se desconoce el tratamiento de los cuerpos tras la muerte. Pero tras conocer los resultados del carbono 14, según los arqueólogos, «sabemos que este espacio fue utilizado para depositar cuerpos desde el Neolítico y hasta la tardorromanidad, lo que lo convierte en un lugar utilizado a lo largo de milenios como un espacio, seguramente, límite entre lo terrenal y lo espiritual». Y en el que los cuerpos fueron allí depositados por distintos motivos según la época, ya que la concepción del espacio subterráneo fue cambiando a lo largo del tiempo.

Con respecto a su uso durante la Segunda Edad del Hierro, el equipo investigador piensa que seguramente estuvo relacionado con las Guerras Cántabras, un momento de crisis en el que la población volvió a realizar rituales en las cuevas (como sucede en otras cántabras como las del Aspio o Cofresnedo) y en el que solían elegir espacios subterráneos ya utilizados en el pasado. Solo futuras intervenciones y estudios podrán completar lo que hasta ahora se conoce de este yacimiento.

Referencias

La Voz de Asturias